Fue detenido ayer en Miami uno de los represores que participó de la masacre de Trelew
Viernes, 26 de febrero de 2010
Bravo, el que pegó los tiros de gracia
El teniente de navío retirado Roberto Bravo fue capturado en Estados Unidos, donde vive desde los ’70. Tres sobrevivientes de la masacre lo señalaron como el encargado de rematar a las víctimas. Ahora se inicia el proceso de extradición.
Por Diego Martínez
En agosto de 1972 fueron fusilados dieciseís presos políticos en
A treinta y siete años, seis meses y tres días de la Masacre de Trelew, cuando oficiales de la Armada fusilaron a dieciséis presos políticos en
El 19 de febrero de 2008, tras la orden de detención, Página/12 informó que el Ñato Bravo vivía en Miami, donde preside RGB Group Inc. Un empleado informó que “entra y sale todo el tiempo”, pero fue imposible obtener su palabra. Igual que en los años que siguieron a la masacre, cuando se escondió en la base naval de Puerto Belgrano y luego en
El juzgado de Rawson tardó diez meses para traducir las pruebas. En marzo pasado el agregado judicial de la Embajada de los Estados Unidos formuló “recomendaciones”, que con el respaldo de la Dirección de Asuntos Jurídicos de la Cancillería se lograron satisfacer en dos meses. El pedido de extradición se presentó ante el Departamento de Estado el 15 de julio. El 20 de enero, a pedido de un juez de Florida, se enviaron las huellas dactilares del marino. Ayer fue detenido y hoy probablemente se sepa si la Justicia le concede la posibilidad de pagar una fianza para permanecer en libertad durante el proceso de extradición, que podría durar varios meses, sobre todo porque Bravo tiene ciudadanía norteamericana.
Los imputados en condiciones de ser juzgados son los capitanes Luis Emilio Sosa y
Engordar o matar
Gracias al testimonio de los sobrevivientes, a quienes el poeta Francisco Paco Urondo entrevistó en la cárcel de Villa Devoto el 24 de mayo de 1973, el comportamiento del teniente Bravo está documentado desde hace tres décadas. Cuando se hizo cargo de su primera guardia ordenó que los sacaran a comer de a uno, con varios soldados apuntando, y fijó un límite máximo de cinco minutos.
–¡Si seremos boludos! –pensó en voz alta–. En lugar de matarlos estamos engordándolos.
Camps recordó que Bravo “se las ingeniaba para estar siempre de noche. La mayor parte de las guardias las cumplía él con su equipo, diurnas y nocturnas. Dormía un turno, seis horas, y después estaba todo el día”.
Bravo “buscaba excusas” para sancionarlos. “La sanción, por llamarla así, era hacernos desnudar y hacer cuerpo a tierra de boca hacia abajo o de espalda en el suelo, o pararnos lejos de la pared y hacernos apoyar con la punta de los dedos en la pared: eso en un tiempo prolongado entumece los dedos”, contó Camps. Otra tortura era impedirles dormir. “Recorría las celdas y apenas encontraba a alguno que estuviera cabeceando, lo pateaba, o nos hacía estar parados”, agregó.
Con
–¿Hace frío? –preguntaba, y largaba la carcajada.
Clarisa Lea Place se negó a ponerse cuerpo a tierra. Bravo sacó la pistola, la martilló y se la puso en la cabeza:
–Vas a morir, hija de puta –le advirtió. Poco después cumplió.
La madrugada de la masacre, Bravo era jefe de turno de
–Ya van a ver lo que es meterse con
Los hicieron salir de los calabozos, formar en dos filas y dieron una orden que nunca antes habían dado:
–Mirar al piso.
La primera ráfaga de ametralladora impactó en la hilera de
Camps recordó que junto con Mario Delfino se tiraron cuerpo a tierra a tiempo. Aún estaban ilesos cuando “llega Bravo y nos hace parar, con las manos en la nuca, en la mitad de
Berger llegó a escuchar cuando inventaban la versión que luego difundirían la Armada y Lanusse:
–Bueno, vos tenías una metra y Pujadas intentó quitártela.
Haidar escuchó la explicación de Bravo cuando llegaron los primeros marinos que no habían participado:
–Aquí Pujadas le quiso quitar la pistola al capitán, se quisieron fugar.
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